Uno pasa por estúpida, se ríe de si misma y ya

(Yo sé que hay gente
que me quiere.
Yo sé que hay gente
que no me quiere.)
Esta canción. Silvio Rodríguez.

Hoy me di el gusto de ¡comprarme un libro!.. Si por que de leídas y fotocopias ingratas, ya lo tengo en casa.

Wallace, Patricia M. (2001) La Psicología de internet. Barcelona : Paidós.

Leía sobre algo de la polarización de opiniones en los grupos de discusión en Internet (asincrona o sincrona), y esto lo explicaba por que según algunos experimentos, en esta Internet de “locos”, es fácil llegar a conocer (libremente) a quienes,(al azar), por muy disparatado que parezca lo que pensamos o decimos, piensan “como nosotros”. Esto permite que reforcemos conductas, acciones, que en la vida real pueden ser censuradas o incómodas, pero que en Internet, cobran mayor fuerza al sentirse “cobijados” por un grupo que piensa “como nosotros” y por tanto nos da la “razón”.

¿Pero que pasa cuando no nos quieren?. ¿Los ataques verbales y de otro tipo pueden ser feroces y causar bajas en la vida real?. Wallas me ha enseñado que se bebe comenzar diciendo “depende de”..pero ya, salvada explicaciones muy largas diríamos que sí.

Una colega me ha comentado, como en su blog le han dejado ofensas y ha tenido que pasar al anonimato para protegerse…de los colegas, lo que da mas pena…

Yo recuerdo también, en otro medio, mi sorpresa al leer en un foro comentarios sobre mi trabajo, que no se ajustaban a las normas del buen hacer con los colegas…y constar como en un blog de reseñas de trabajos en nuestra área, no reconocen que existo (mis pequeñas publicaciones sobre usuarios y demases)

He leído a un blogger quejarse, de que se ha quejado, y no lo tomaron en cuenta…
(Dan Gillmor)

Sí, internet pública, polariza las emociones positivas o de las “otras”…y mas si te dan en son de clave, que para “llamar la atención” en Internet hay que provocar…
Lo que provoca, a veces, suele ser dolores de cabeza…y otras que riza, uno pasa por estúpida, se ríe de si misma y ya, que es lo que cuesta, lo de reírse de los demás, aunque es impopular, es pan de cada día